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Mis vecinas

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AlikuHirano's avatar
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Cuando era una niña vivía en un pequeño pueblo de no más de trescientos habitantes, de calles de tierra, una pequeña iglesia y casas sencillas, no muy pobres ni muy lujosas y había un río que atravesaba la localidad. Era una comunidad muy unida en la que todos se apoyaban mutuamente. Recuerdo que cuando uno de los habitantes se enfermaba, más de una familia le ofrecía ayuda para llevarlo a la clínica de la ciudad más cercana, a una hora de allí.

A mi mente viene la casa contigua a la de mi familia, allí vivían un par de mujeres jóvenes; una era más bajita que la otra, tenía el cabello negro y piel morena, se llamaba… creo que era Marina. Su compañera, alta y delgada, de piel blanca y de personalidad más agradable que la otra, era Rocío. Marina y Rocío vivían solas en esa casa de un piso bastante común; de niña no le veía nada de especial a esa casa, sin embargo todo el que pasaba por allí hacía gestos de repudio como si algo malo pasara dentro de aquél hogar.

Hasta ahora, diez años después, me entero de que Marina y Rocío eran pareja. Según me contó el ex esposo de Marina, ellas se conocieron en un viaje en el que coincidieron, en ese tiempo Marina estaba casada y Rocío era una cantante con voz soprano en la filarmónica del estado. Salieron a cenar después de un concierto y creo que se gustaron desde entonces, sin embargo no podían estar juntas pues el esposo de Marina no quería darle el divorcio. Rocío se peleó incluso con sus padres porque quería estar cerca de Marina y finalmente huyeron. En ese tiempo no parecía normal que dos mujeres se quisieran como ellas y claro, por lo mismo en el pueblo de donde soy nadie las incluía en la comunidad.

Era muy niña en ese entonces, no recuerdo qué edad tenía pero no pasaba de los siete. Un día me caí y se me cayó el dinero de las tortillas, y tras recordar lo que mi padre decía, se me ocurrió tocar a la puerta de mis vecinas. Me abrió Rocío, quien al verme se sorprendió mucho, como si nadie tocara a su puerta
-Hola niña. ¿Se te ofrece algo?- me preguntó algo nerviosa, parecía más niña que yo en ese entonces.
-Disculpe, ¿Tiene tortillas?
-¿Tortillas?

-Es que mi papá dice que usted y su hermana tortean- le dije sin saber a lo que mi padre se refería en realidad, sólo supe que era algo malo porque la mujer enrojeció de coraje casi al instante de haberle dicho. Entonces me disculpé sin saber porqué, le expliqué lo que me había pasado y que mi papá se iba a enojar si llegaba a mi casa sin tortillas. La mujer soltó una bocanada de aire y me relajé un poco, supo que no había querido ofenderla en realidad. Entró a su casa dejando la puerta abierta y salió con unas tortillas envueltas en una servilleta bordada a mano. Le agradecí y fui a mi casa.

Ese día no se me va a olvidar, mi padre estaba regañando a mi hermano diciéndole que no estuviera de joto con sus amigos, luego miró la servilleta y supo que no era como las que bordaba mi madre, ella le enseñaba todo lo que bordaba a pesar de que él decía que eso era cosa de mujeres.
-¿De dónde sacaste esa servilleta?- me preguntó creyendo seguramente que era de la tortillería.
-La vecina me la prestó.

Cuando supo de qué vecina se trataba, me obligó a ir a devolvérsela con todo y tortillas, no me quiso escuchar alegando que prefería no comer a pasarse por la garganta un bocado de esas mujeres. Salí de la casa y toqué nuevamente a la puerta de la vecina, me abrió Rocío otra vez.
-¿Qué se te ofrece?
-Es que… mi papá- me daba mucha pena decirle lo que había pasado porque no entendía lo que pasaba por la cabeza de mi padre. –Él no quiere…
Rocío entendió enseguida y tomó sus tortillas de entre mis manos.

-Lo lamento, prometo no volverla a molestar, señorita- agregué con pena.
-No es una molestia- me respondió sonriendo. Entonces llegó Marina y saludó a Rocío con un beso en la boca, estaba acostumbrada a ver a mis padres hacer eso pero no a dos mujeres. Rocío le susurró algo a Marina y ella entró a la casa.

-¿Se besaron?- pregunté impresionada y Rocío se sonrojó. -¿Por qué se besan?
-Porque nos queremos- respondió Rocío sin pensarlo mucho, luego comenzó a titubear tratando de cambiar su respuesta
-¿Son novias?
-Sí, exactamente.

Mi madre, quien había ido a rezar un novenario, al pasar por la calle me vio platicando con la vecina. Me jaló muy fuertemente y me metió a la casa, allí me preguntó si ellas me habían hecho algo malo, yo respondí que no, que estaba bien.
-Hija, te prohíbo que vayas a la casa de esas hermanas, son muy malas- me dijo mi madre con tono autoritario, hablaba muy en serio.
-Está bien mamá- le respondí. –Aunque no son hermanas, son novias.
-No hija, ellas son hermanas. Por eso viven juntas.
-No mamá, la señora me dijo que era novia de la otra señora.
Mi madre enrojeció como nunca lo había hecho y expulsando todo el coraje que sentía hacia esas mujeres exclamó:
-¡Hijas de su re putísima madre!
Esa noche nos mudamos a la ciudad.
© 2015 - 2024 AlikuHirano
Comments4
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anakareninart's avatar
Me encantó tu cuento Lucy : D
La gente necesita dejar vivir a los demás u.u